[cs_content][cs_element_section _id=»1″ ][cs_element_layout_row _id=»2″ ][cs_element_layout_column _id=»3″ ][cs_element_image _id=»4″ ][/cs_element_layout_column][cs_element_layout_column _id=»5″ ][cs_element_global_block _id=»6″ ][/cs_element_layout_column][/cs_element_layout_row][/cs_element_section][cs_element_section _id=»7″ ][cs_element_layout_row _id=»8″ ][cs_element_layout_column _id=»9″ ][cs_element_headline _id=»10″ ][cs_content_seo]Sala 5: de colonia a pueblo minero\n\n[/cs_content_seo][/cs_element_layout_column][/cs_element_layout_row][/cs_element_section][cs_element_section _id=»11″ ][cs_element_layout_row _id=»12″ ][cs_element_layout_column _id=»13″ ][cs_element_audio _id=»14″ ][/cs_element_layout_column][/cs_element_layout_row][cs_element_layout_row _id=»15″ ][cs_element_layout_column _id=»16″ ][cs_element_text _id=»17″ ][cs_content_seo]Si en la antigüedad fue un importante centro productor de plata y plomo, no menos importante e interesante es la minería en los siglos XIX y XX, que terminan de modelar el paisaje y constituyen un excepcional patrimonio industrial y etnográfico. El crecimiento de La Carolina como ciudad se debe a este empujón de la minería, lo que se manifiesta hasta en la arquitectura, la estratificación social asociada a barriadas y el ensanche urbanístico.\n\n[/cs_content_seo][/cs_element_layout_column][/cs_element_layout_row][/cs_element_section][cs_element_section _id=»18″ ][cs_element_layout_row _id=»19″ ][cs_element_layout_column _id=»20″ ][cs_element_audio _id=»21″ ][/cs_element_layout_column][/cs_element_layout_row][cs_element_layout_row _id=»22″ ][cs_element_layout_column _id=»23″ ][cs_element_accordion _id=»24″ ][cs_element_accordion_item _id=»25″ ][cs_content_seo]Pueblo minero (1ª parte)\n\nLos países europeos que abanderan la Revolución Industrial demandan gran cantidad de materias primas minerales, y ponen de nuevo su mirada en el antiguo distrito Linares-La Carolina. La eliminación de los estancos y monopolios del plomo a principios del siglo XIX había favorecido que la iniciativa privada se dedicase a laborear antiguos escoriales, socavones y pozos de mina. Hacia mediados de aquel siglo aparecen en La Carolina pequeñas sociedades de propietarios, que pronto serán absorbidas por las grandes compañías mineras que arriban en la segunda mitad del XIX (Los Guindos, Real Compañía Asturiana de Minas, Castilla la Vieja y Jaén, etc.). La Ley de Bases de la Minería de 1868 favoreció la entrada de capital y de inversores extranjeros, de manera que se forman grandes consorcios mineros bajo manos de ingleses, alemanes, belgas y franceses.

Hacia finales del siglo XIX y principios del XX el distrito Linares- La Carolina se mantuvo como primer productor mundial de plomo, alcanzando máximos históricos en población, en desarrollo de infraestructuras, en influencia política y en actividad económica. Todo ello a costa de la salud del minero que estaba expuesto a la fatídica silicosis, a accidentes y a unas condiciones de trabajo y de vida muy duras y exigentes, en un distrito minero de nivel mundial pero donde la mecanización y las mejoras extractivas en el interior no llegaron hasta la década de 1970.
\n\n[/cs_content_seo][/cs_element_accordion][/cs_element_layout_column][/cs_element_layout_row][/cs_element_section][cs_element_section _id=»26″ ][cs_element_layout_row _id=»27″ ][cs_element_layout_column _id=»28″ ][cs_element_button _id=»29″ ][cs_content_seo]Anterior\n\n[/cs_content_seo][cs_element_button _id=»30″ ][cs_content_seo]Siguiente\n\n[/cs_content_seo][/cs_element_layout_column][/cs_element_layout_row][/cs_element_section][/cs_content]